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Fecha: 23/Mar/2022

Fuente: https://www.larepublica.co

En línea con los compromisos ambientales y las hojas de ruta que se ha trazado Colombia y el mundo en este sentido, la transición energética es una realidad y los próximos gobiernos deben adaptar sus objetivos a la búsqueda de menor dependencia de las fuentes de energía convencionales y un mayor incentivo a las fuentes limpias.

Así lo sugiere el estudio “Reflexiones para el desarrollo de políticas públicas para el sector de minas y energía en Colombia” de la firma de consultoría Kearney, que hace sugerencias entorno a un sector se ha consolidado como clave para la economía, pues representa 6,9% del PIB total del país.

ara Lisandro Pérez, partner & managing director de la firma para Colombia, la transición hacia una matriz energética más limpia, en la cual se siga generando autosuficiencia debe estar soportada en tres aspectos fundamentales: proteger la explotación responsable de hidrocarburos y minas, asegurar el abastecimiento de energía eléctrica y controlar la huella ambiental.

Así, el estudio sugiere que mientras fuentes convencionales como el petróleo, que tenían una participación de 46% en el consumo energético de Colombia en 2015, lleguen a representar solo 32% de la matriz del país para 2050; y que la leña y el carbón sean casi nulos para ese tiempo, con participaciones de 0% y 3%, respectivamente.

“La producción de petróleo como combustible e insumo de otras materias primas continuará ya que el mundo todavía tiene dependencia hacia este commodity, lo cual implicará que se seguirán realizando inversiones en investigación y desarrollo para reducir sus impactos ambientales. Pero el petróleo seguirá manteniendo un papel clave en la transición energética con nuevas alternativas para su uso”, aseguró Clara Inés Pardo Martínez, experta en energía y profesora titular de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario.

Kearney estima, en fuentes de energía tradicionales, que la electricidad será la de mayores aumentos para 2050 al consolidar una participación de 33%, luego de ser 16% de la matriz en 2015; y que el gas natural pase de 14% a 24%.

Pero adicional a esta diversificación, una herramienta innegable de desarrollo como sugiere la investigación implica la creación de nuevos puestos de trabajo y de nuevas cadenas de suministro en torno a las nuevas energías.

“Cerca de 67% de la canasta de generación eléctrica está compuesta por activos hídricos, una fuente de energía que cuenta con múltiples ventajas en costos e impacto medio ambiental frente a otras fuentes de generación convencionales como carbón o combustibles líquidos, pero una desventaja es la alta vulnerabilidad ante fenómenos meteorológicos como ‘El Niño’”, comentó Pérez.

Y aunque se estima que la generación de energía hidráulica siga teniendo una participación mayoritaria (61%) en 2024, este renglón caería seis puntos porcentuales (pps) frente a su representación actual.

En contraste, y con un aumento aún leve, se proyecta que la energía eólica se ubique en 7% de la canasta de Colombia en los próximos dos años y que la solar tenga una incidencia de 3% en el país.

Pardo resalta que un país como Colombia, “que cuenta con abundancia en recursos renovables para producir energía debe utilizar esta fortaleza e incrementar su uso, ya que en la matriz energética actual solo contabiliza 2%”. Agrega que, para ello, el Gobierno cuenta con un plan de proyectos para incentivar su uso, garantizar seguridad energética y seguir manteniendo una matriz energética relativamente limpia.

Y es que capturar la totalidad del potencial de la energía solar y eólica en Colombia incrementaría su capacidad instalada en 62%, pero hay que tener en cuenta, como expresa el estudio, que dos puntos críticos en los que el próximo gobierno debe intervenir para habilitar y materializar este potencial son la infraestructura y la política pública.

El offshore y los procesos de extracción no convencionales

De acuerdo con el estudio de la firma Kearney, el próximo gobierno deberá tomar decisiones respecto a ejes fundamentales como si invertir o no en yacimientos no convencionales, “ya que estos recursos adicionales permitirían revertir la tendencia negativa de los últimos años aumentando la capacidad en 20.000 millones de barriles de petróleo y 200.000 GPC de gas natural”. Además, “fortalecer el crecimiento en la exploración offshore que permitirá expandir la cantidad de crudo traído de forma sostenible”.

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