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Fecha: 22/Jun/2022

Fuente: https://www.semana.com

Hace 30 años, Colombia, por esta misma época, atravesaba uno de los episodios ‘más oscuros’ de su historia. Fue la época del apagón. Un intenso Fenómeno del Niño, acompañado de imprevisión y hasta corrupción, dejó al país a oscuras. De esa gran crisis, el sector salió fortalecido con grandes cambios, superando momentos de estrés en el sistema que ha permitido sortear las tensiones y no presenciar nuevos racionamientos de energía en las pasadas tres décadas.

Ahora, el país enfrenta retos significativos en el avance en energías renovables no convencionales y toda la transformación y transición energética. Sin embargo, la velocidad de los cambios podría afectarse por coyunturas globales –como la guerra entre Ucrania y Rusia– que dejaron a Europa expuesta en materia de suministro de gas y petróleo, a tal punto de reencender sus plantas térmicas a carbón.

A pesar de esta situación, para muchos la transición energética sigue su camino. De hecho, según un reciente informe de la consultora McKinsey, se estima que la demanda de electricidad se triplique en 2050 a medida que los sectores se electrifiquen y el hidrógeno y los combustibles basados en él aumenten su cuota de mercado debido a la descarbonización. La generación de energía renovable podría alcanzar entre 80 y 90% de la mezcla energética mundial en 2050.

Colombia ha hecho una gran apuesta por el desarrollo de sus energías renovables no convencionales –como la eólica y la solar– para convertirlas en cerca del 16% de la oferta del país. Mientras que, además, está a la expectativa de que este año entren en operación dos unidades de Hidroituango.

De acuerdo con la Asociación Nacional de Empresas Generadoras (Andeg), para el periodo 2025-2026 Colombia tendría un déficit de energía firme del uno por ciento y para los años 2026 y 2027 ese déficit llegaría al cuatro por ciento, aún si entran todos los proyectos a tiempo.

Por esta razón, Alejandro Castañeda, director ejecutivo de Andeg, ha insistido en que es necesario que el Gobierno Nacional convoque lo más pronto posible una nueva subasta de Cargo por Confiabilidad para conseguir la energía que comenzará a hacer falta a partir de 2025 y cubrir el consumo de los colombianos.

Este panorama se vuelve más crítico cuando, los proyectos de energías renovables que estaban programados, aún no han entrado en operación. Para el año pasado entre compromisos y proyectos iban a entrar 1.800 megavatios, pero solo entraron 180 megavatios, según señaló Andeg, por la conflictividad social y la demora en las consultas previas, lo que está retrasando los proyectos.

“Los proyectos que se adjudicaron en la subasta de 2019-2021 deberían haber entrado en enero de 2022, pero no lo hicieron. Eso no significa incumplimiento, pues tienen dos años para poder entrar, entonces, están a tiempo”, explica Germán Corredor, director ejecutivo de la Asociación de Energías Renovables Colombia, SER Colombia.

Según el Ministerio de Minas y Energía, en las tres subastas que se han hecho de energías renovables se adjudicaron proyectos de energía eólica y solar por más de 2.888 megavatios (MW) y más de 3.000 millones de dólares en inversiones.

A corte del 15 de mayo, el país cuenta con más de 20 granjas solares, 2 parques eólicos, 10 proyectos de autogeneración a gran escala y 3.000 proyectos solares fotovoltaicos de autogeneración a pequeña escala, con una capacidad de 800 MW. Adicionalmente, el sector registra más de 3.400 MW de proyectos en etapa de construcción.

“Tenemos 60 proyectos en operación de pequeña y gran escala con inversiones que ascienden a 635 millones de dólares, ocho de gran escala en pruebas con inversiones de 625 millones de dólares y, adicionalmente, otros 30 proyectos que aseguran una inversión total estimada de alrededor de 1.724 millones de dólares”, señaló el Ministerio.

Las iniciativas solares y eólicas que se están planeadas en el país, en especial en la Guajira, pasan por un periodo de tensión. La razón es que la línea que debe sacar la energía que se produce en esa región, proyecto conocido como Colectora a cargo del Grupo Energía Bogotá, aún no inicia su construcción. Son 360 kilómetros de línea que debería entrar a finales de este año, pero ya los tiempos se están corriendo para 2024.

“La entrada de Colectora es crítica. Es fundamental para que los proyectos se puedan conectar y obviamente lo que aspiramos todos es que Colectora pueda iniciar su construcción este año. Vamos a ver si logran terminar las consultas y tener la licencia ambiental, pero obviamente ese es un cuello de botella importante”, explicó Corredor, de SER Colombia.

“Han tenido problemas, en la Guajira, desde el punto de vista social, con bloqueos y protestas. El riesgo, desde el punto de vista de contratos de largo plazo, es que si no la planta entra en operación tiene que salir a respaldarse con energía de la bolsa. Y si Hidroituango no entra en los tiempos y los precios están muy altos, no haría sentido financiero”, le dijo a Semana un experto del sector.

El entorno no ayuda

Pero estos no son los únicos problemas. La crisis energética que ha generado la guerra entre Rusia y Ucrania ha llevado a los países, en especial a los europeos, a acelerar el desarrollo de energías renovables no convencionales.

La transición energética, entendida como la entrada de nuevas tecnologías, registró una gran caída de precios en los últimos tres años. Esto impulsó que, por ejemplo, Colombia pudiera acelerar su proceso. Sin embargo, ahora que el mundo está tratando de no depender de combustibles fósiles, y en particular por esta coyuntura, de no estar en manos ni del gas ni del petróleo de Rusia, están mirando qué vuelven a utilizar. Por ejemplo, Francia retomó su programa de plantas nucleares, y también otros países como Alemania, Francia o España están mirando cómo incentivar la energía eólica, solar, costa adentro y eólica costa afuera.

¿Cuál sería el impacto de esa situación?

“Vamos a tener una dificultad en la proveeduría de lo que necesitamos para que en Colombia podamos seguir con esa transición energética. Seguramente habrá pedidos muy altos de paneles solares, y de turbinas para energía eólica y solar, y posiblemente veremos un alza en los precios. No vamos a ver los precios que tuvimos en 2019 o en 2018. Todo esto también gracias a un movimiento inflacionario mundial, no solo en materias primas, sino en transporte. Estamos en este momento en una dificultad logística de contenedores. China, por temas de pandemia, todavía está funcionando de una manera intermitente, y de allá viene gran parte de la proveeduría de lo que necesitamos para construir estos parques”, explicó Natalia Gutiérrez, presidenta de Acolgen en el programa de Dinero en Semana TV.

Según ella, vamos a tener, “no un rezago, pero sí, una pausa en lo que veíamos en 2019 y en 2020. Pero no va a ser un tema solo de Colombia, va a ser un tema mundial, y yo creo que estas coyunturas, a final de cuentas, también nos hacen reevaluar con qué recursos cuenta cada matriz”, agregó Gutiérrez.

Los tiempos de entrega de los proveedores de equipos y construcción de plantas pasaron de 30 meses hace 2 años a 54 meses hoy. Además, con el aumento en las tasas por parte de los bancos centrales, es posible que algunos de los proyectos empiecen a ver dificultades en el cierre financiero, lo que podría hacerlos inviables.

La expectativa hoy está en el desarrollo de una nueva subasta para asegurar energía en firme que le dé tranquilidad al mercado y respaldo a las renovables no convencionales para que vayan entrando.

Mientras el Gobierno analiza la posibilidad de desarrollar una nueva subasta, en el sector hay interés en el avance de una iniciativa: aprobar un mecanismo que está estudiando la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG), y que lo lideraría la Bolsa Mercantil de Colombia. “Es un mecanismo para hacer subastas permanentemente, algunas de largo plazo para que puedan entrar estos proyectos, aunque también contempla otras de más corto plazo. Las subastas son clave porque son la forma de tener contratos de largo plazo para financiar los proyectos”, dice Corredor. La CREG estudia el tema, que ha sido revisado por la Superintendencia Financiera. Debería quedar aprobado este año.

En el caso de Hidroituango, hace unas semanas, EPM replanteó la entrada en operación de las unidades previstas para este año. Se esperaba al menos la primera para el mes de julio, pero la empresa anunció que las turbinas se encenderán a más tardar a finales de noviembre.

El proyecto entra en una fase crítica por los trabajos que tiene que adelantar, como el blindaje de los pozos verticales de presión y los trabajos subacuáticos a 50 metros de profundidad en el embalse.

Ahora, según el Ministerio de Minas, si Hidroituango no pone las dos turbinas a generar antes del 30 de noviembre de este año, tiene, por un lado, una ejecución de garantías de las obligaciones de energía en firme, del cargo por confiabilidad de las subastas que es de 170 millones de dólares; y por el otro lado, al perder las obligaciones de energía en firme, el valor presente neto de estas suma cerca de 990 millones de dólares. Aunque el sector no tiene amenazas de racionamiento, es el momento de tomar decisiones que garanticen que los fantasmas del pasado no volverán.

 

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